Que sin ti yo no, y por eso, siempre estaré contigo.

Yo, que solía perderme en tus calles, que solía encontrarme entre tus dientes. Yo, que por la mañana te pensaba y por la noche te amaba sin ser consciente. Yo, víctima de tu embrujo y de las malditas ganas de verte. Yo, que eclipsada por tu sonrisa llegué a sentir que si moría, te seguiría amando tras la muerte. Y que enamorada, aprendí a no sólo quererte, sino a pensarte a cada momento estuvieras o no presente. Yo, que te eché de menos en la noche eterna y buscaba que fueras tú quien me salvara. Yo, que al verte tiemblo y sin verte me pierdo. Que te pienso, te grito, que te pretendo sentir, sin respuesta alguna. Que me pregunto, me martirizo con la respuesta y me escondo en tu mirada. 
Y tú, esclava de cupido, no me mires así o enamorarás a todas las partes de mi cuerpo, incluso las que ni verte pueden. Besarte, sentirte, sería mi mayor placer, y se resiste el momento mientras aumenta esa sed. Sed de ti, de tus poros, de tus labios. Sed de tus palabras, aunque me hagan daño. Soy prisionera de una cárcel invisible, con el castigo de quererte de manera insaciable e imprevisiblemente crece, crece mi amor y crecen mis ganas. Y yo, que te sigo buscando perdida en tus calles, ahora soy como un faro a media luz que busca la magia de tu todo para recuperarla. Yo, que solía encontrarme entre tus dientes, sigo buscando el grito que me ayude a tenerte. Te quiero, te anhelo, yo, reina de tu reino, sin mandato, ni palabra. Te quiero, te deseo, sin manera de cambiar esto. Abierta a quererte pero ciega de señales.
Yo, que no creía en el amor y ahora, eclipsada por ti lo admito, que de nuevo en esa red he caído.
Enamorada, sincera, y escondida, te escribo:
"Que sin ti, yo no, y por eso, siempre estaré contigo."